Nicole, una estadounidense de 19 años de edad que vive en Nueva York, admite que su plato favorito son los desodorantes.
Se come uno apenas abre los ojos por la mañana, otros cuantos de postre y, al menos, uno más antes de irse a dormir.
La joven dice que su preferencia son los desodorantes en barra, aunque le gustan mucho también los aerosoles.
Saboreó por primera vez un desodorante cuando tenía cuatro años de edad y desde entonces los probó de vez en cuando. Sin embargo, hace dos años esta costumbre se convirtió en una verdadera adicción.
Ahora, como muchas otras mujeres, ni siquiera sale de casa sin un desodorante, pero lo hace por motivos diferentes: en cualquier momento puede sacarlo y comérselo.
Normalmente su porción diaria llega a media barra, lo que se convierte en 15 barras completas por mes y en casi 400 desodorantes desde que se dejó llevar por su manía. Nicole insiste en que le gusta sentir cómo un desodorante se derrite en su boca y en que cada marca tiene un sabor único. Sin embargo, no comenta qué efectos en su salud ha tenido una dieta tan peculiar.
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